Época: Paleolítico Superior
Inicio: Año 35000 A. C.
Fin: Año 13000 D.C.

Antecedente:
Paleolítico Superior
Siguientes:
Análisis del territorio



Comentario

Junto al estudio de los restos de industria, característico de las primeras épocas de la investigación, y que no ha perdido su validez, se tiende en la actualidad a considerar el análisis de la fauna y su significado económico y ecológico, así como la presencia de restos estructurales y de ocupación, lo que nos permite considerar las culturas de un modo más amplio y comprender mejor su evolución. Durante el Paleolítico los grupos humanos tuvieron una economía depredadora en la que dependieron de los recursos del medio ambiente. En este sentido, un factor que a veces se tiende a olvidar es precisamente la relación cazador-presas. Durante el largo tiempo en que los grupos humanos poseyeron una economía depredadora, éstos no tuvieron control directo sobre la capacidad reproductora de sus presas, por lo que tuvieron que adaptar su economía a las tendencias reproductivas naturales de las mismas.
Es lugar común entre los prehistoriadores el hablar de cómo las mejoras técnicas implican una mayor y más abundante caza que permite los crecimientos demográficos. Sin embargo, esta ecuación no siempre parece exacta. Una economía depredadora se basa en unos recursos limitados por las posibilidades del medio ambiente, por lo que un aumento de las piezas cazadas se traduce también en un descenso de las piezas potenciales. Se produce la paradoja de que un aumento de la tecnología cinegética se debe traducir en un mayor control social del grupo humano sobre estos recursos, pues un uso indiscriminado de la misma actuaría de forma negativa sobre el grupo, reduciendo sus posibilidades de supervivencia. Así, se van produciendo los modelos de sociedades opulentas con un tiempo bajo de obtención de recursos y reorientando el tiempo restante en actividades de socialización del grupo, llegando al extremo de los pueblos de pescadores-recolectores de la costa noroeste de Norteamérica, con su sistema de redistribución o Potlach.

De esta forma, los cambios demográficos se presentan como un proceso enormemente delicado y sólo se podrán producir sin riesgo para la supervivencia cuando el grupo humano controla los recursos (la ganadería o la agricultura) o cuando sea posible el envío de excedentes de población a otras áreas vírgenes (el norte de Europa en el Postglaciar). En áreas como el suroeste de Europa, de la que forma parte la Región Cantábrica, la densidad de población no debió de cambiar de forma importante durante el Pleistoceno, siguiendo la relación presa-depredador. La aplicación, como veremos, de modelos de baja densidad de población y fuerte movilidad se presenta como una interesante alternativa para comprender los cambios culturales pleistocénicos.

Como ya expusimos, los estudios de la fauna nos permiten un conocimiento muy amplio de las actividades humanas. La presencia de restos animales en los yacimientos arqueológicos se debe principalmente a su capacidad alimenticia. También se cazaron animales por la utilidad de parte de ellos, como los cuernos de los cérvidos, o las pieles. Tampoco hemos de olvidar el aspecto social de la caza, es posible que la captura de grandes carnívoros u otros animales peligrosos (como cérvidos en celo) dependa más de consideraciones sociales, como la iniciación o el propio prestigio de cazador, que de consideraciones simplemente alimenticias o utilitarias.

La aparición relativa de las distintas partes del esqueleto nos permite deducir la existencia de toda una serie de actividades encaminadas hacia un mejor aprovechamiento de las piezas cazadas. En primer lugar, el despiece de los animales (butchery) representa una serie de ventajas en relación con el transporte de los mismos. El abandono de partes del animal sobre el terreno de caza implica una economía de peso, pues se aportarían al campamento las partes más ricas en recursos alimenticios, evitando pesos muertos, y se conseguiría un mejor rendimiento por pieza cazada.

El estudio de las marcas encontradas en los huesos, fundamentalmente en forma de cortes o incisiones, provee un importante campo de contraste de las técnicas de descuartizamiento y carnicería de un animal. Este tipo de estudios ha sido utilizado desde hace mucho tiempo como prueba de las actividades antrópicas sobre restos óseos. Tenemos que considerar siempre que los grupos humanos paleolíticos vivían en gran medida de la caza, por lo que sus técnicas deberían alcanzar un máximo de efectividad con un mínimo de esfuerzo. La economía en el transporte de los productos de la caza, desde el lugar de la caza al campamento, debería evitar pesos muertos y, por otro lado, determinar el aprovechamiento máximo del animal, tanto en sus productos alimenticios (carne y grasa) como en las partes con valor utilitario (cuernos y piel). Así, podrían obtener el mejor partido de los animales y su beneficio sería máximo. De esta forma, tendríamos un modelo básico: separación de las extremidades del esqueleto axial y transporte del animal en cuartos. Las variaciones estarán, entonces, en el aprovechamiento de partes del animal destinadas a otras actividades, como la piel, los tendones, etc.